El término duelo es probablemente el término más utilizado en tanatología. Tradicionalmente se ha utilizado para referirse a la manifestación cultural de la pena a través de las conductas. Este uso se enfoca en el duelo como un vehículo para la comunicación social. En este sentido, el luto se manifiesta con rituales específicos.
Hasta el momento no existe un consenso total sobre el uso del término; sin embargo, el duelo se discute como un fenómeno estimulado por la experiencia de la pérdida, que causa un dolor agudo.
Algunas consideraciones sobre el duelo:
El luto no necesariamente procede en secuencias, los modelos de luto basados en etapas son inexactos al implicar que todos los dolientes se someten a los mismos procesos en el mismo orden.
Las conexiones con los fallecidos no son necesariamente patológicas y, si ayudan, pueden ser terapéuticas.
Las personas no necesariamente «superan» la pérdida principal, sino que aprenden a vivir con ella, con dificultades para hacerlo, y persisten por más tiempo de lo que se pensaba.
Proponer rutinariamente una intervención profesional para todos los dolientes puede ser perjudicial; solo tiende a ser necesario para las personas en duelo que están en alto riesgo.
No hay una sola forma de responder a la pérdida.
El duelo y la creación de significado ocurren no solo a nivel individual e intrapersonal, sino también a nivel familiar / social e interpersonal.
El luto puede volverse complicado dependiendo de las circunstancias de la muerte, el papel del fallecido y la disponibilidad de apoyo, entre otros.
El luto es culturalmente relativo.
En México la cultura de la muerte nos ha ayuda a ver este período como una transición, por ello, cada 1 y 2 de noviembre almas de nuestros seres queridos nos visitan y los recibimos con comida, agua, dulces, etc. Es nuestra comunión con los seres del más allá. Sigamos recibiéndolos cada año. Y, entendamos que no hay un solo significado para la palabra duelo.